sábado, 26 de agosto de 2017

Conociendo a Daiana Leguizamón

Daiana Leguizamón, “Lali”, habla, recuerda viejas épocas y se ríe al contar anécdotas, sobre cómo era en el colegio, su vida en Barker y Tandil. Desde los 14 hasta ahora siempre tuvo a su amiga al lado suyo. Para ir a Olavarría, para probarse en Boca, para vivir en una ciudad inmensa como la Ciudad de Buenos Aires y para tantas otras cosas. Pero las vueltas de la vida siempre las unieron. Cuenta todo esto y sonríe, rebobina y recuerda todo ese pasado como si hubiese ocurrido hace muy poco. Y por sobre todas las cosas está feliz de la vida por los momentos que ha vivido. Hoy es jugadora de Sportivo Barracas y además forma parte del cuerpo técnico de Las Castoras, el equipo de futsal femenino de sordas. Cuenta como proyecta su futuro y muchísimas historias, en esta nota.


La familia, la infancia y los amigos

Yo vivía en Barker, un pueblo que está a 80 kilómetros de Tandil. Mis abuelos vivían adelante y nosotros en una casa atrás, estuve hasta los 3 años. Mis viejos decidieron ir a vivir a Tandil porque es una ciudad más desarrollada, para mi crecimiento, el jardín y demás. Nos mudamos a la casa de mi bisabuela, si no pasaste por ahí no eras familia, todos pasamos por esa casa, mientras se hacía la construcción de donde íbamos a vivir nosotros. Yo amo Barker, de hecho cuando venían las vacaciones del invierno el último viernes iba en colectivo con mis abuelos, siempre. Mi infancia la reconozco como Barker, más allá de que fui a la primaria y tenía amigos en Tandil. Iba a la colonia desde las 8 hasta las 5 de la tarde, todo el día. Volvía, me pasaban a buscar y nos íbamos todos a la plaza. Tengo un grupo todavía con “El Colita”, “El Flaco” y “El Dibu”, con ellos andaba para todos lados y ahora de grandes nos seguimos juntando.

Escuela primaria y secundaria

La escuela la hice en Tandil, cruzando el jardín estaba mi primaria, a dos cuadras de casa. Cuidaba muchísimo mis cosas. Me iba bien, lo normal, pero era terrible. También era muy compañera y solidaria. Así como cuido las cosas que tengo también las doy. Soy muy mala dibujando, de hecho jugamos con las chicas al Pictionary y quieren jugar conmigo para reírse nada más.

En el secundario estuve en un colegio y después me cambié. De ahí es cuando conozco a Ailen que iba un año más que yo y yo iba con el hermano. Desde los 14 hasta el día de hoy estamos sin separarnos. Me iba muy bien en Educación Física y en Psicología. Quise estudiar Psicología en la UBA pero dure dos semanas, la llamé a Ailen un día, le dije que quería irme, corté y me fui.

Inicios en el fútbol

Mi grupo de amigos eran todos varones, se hacían torneos en la cancha del cura. El centro de Barker era una plaza, la iglesia y la municipalidad. Ni bien aprendí a caminar me tiraron una pelota, no conocía otra cosa que no sea una pelota.

No me acuerdo a que edad, pero creo que a los 14 empecé a jugar en un equipo, en la Uni. No sabía mucha técnica, era el único equipo de mujeres que había  y solo entrenaban para ir a los Bonaerenses. Siempre viajábamos a Mar del Plata. Jugaba en el mismo equipo: Evangelina Testa pero en la mayor y Clarisa Huber. En 2001 ganamos y nos llevaron a los Juegos Evita, jugamos en La Pampa y salimos campeonas. Cuando volvíamos a Tandil me acuerdo que nevaba y nos estuvo esperando la banda municipal porque era el primer equipo femenino en Tandil  que ganaba representándolo.

El paso a jugar en el primer equipo de once

En la Uni se entrenaba solo para jugar los Bonaerenses, cuando no tenías más edad no podías entrenar. Entonces todas las que éramos mayores de 18 nos empezamos a juntar y armamos un equipo y un amigo nuestro nos daba clases en una plaza. Nos fuimos haciendo conocidas y así empezamos a jugar regionales. Estábamos en Talleres. Después me fui a vivir a Olavarría, ahí entrenaba con Ailen en Racing de hombres, porque los fines de semana jugábamos con nuestro equipo de Tandil.

La mudanza a Olavarría 

Me fui porque se iba Ailen y me fui con ella. Con la excusa de estudiar masajista deportiva, lo estudié y me recibí. Lo re disfruté. Cuando nos fuimos teníamos una cocina y dos colchones nada más. De a poco llegó una mesa, sillas de plástico... pero éramos felices sin nada. Después llegó el televisor y el DVD que teníamos 2 películas. Comíamos fideos toda la semana.


Una chance para integrar la Selección Argentina

Después conseguí trabajo en Tandil, en las canchas de sintético del Club Talleres. Me llamaron para la Selección de Once. Fuimos a jugar un torneo a Las Flores y estaba Borrello. Llamó a cinco. Vinimos para Buenos Aires a hacer las pruebas, la pasé, entrené un tiempo pero para la convocatoria general no quedé, fue una muy buena experiencia, de que les den la chance a chicas de provincia.

Primera prueba en Boca y su llegada a Capital

Estábamos dando vueltas con el auto y vimos que estaban jugando las chicas de Boca. Ailen me dijo "frenemos", yo no quería y al final frené. Bajamos, hablé con la DT le conté que teníamos un equipo de fútbol. Fuimos a una prueba, llovía a cantaros. Fui la última en entrar, jugué 5 minutos y se suspendió. Nos dijo que fuéramos a probarnos a capital. Otra vez no quería ir, iba el papá y mamá de una de las chicas, Ailen y Kenia. A la noche me llamaron porque a una de las chicas se le cayó el viaje. Fuimos y eran un montón de pibas. Quedé en el último equipo, Ailen ya había quedado como pre seleccionada. Me "postulé" para jugar de 9-enganche y me dijeron que había muchas jugadoras y si podía jugar de 3. Al final quedé de 3 en la lista, no lo podía creer porque estaba queriendo jugar de delantera. Estábamos sentadas con Ailen y Kenia y decíamos: “llegamos a quedar y nos desmayamos”. Empezaron a nombrar y me transpiraban las manos. Era re importante, la cancha de fútbol de césped sintético, cosas que nosotros no veíamos en Tandil, médicos, kinesiólogos, todos vestidos con la ropa de Boca, las pecheras con los números. Al final quedamos las tres y nos dijeron que teníamos que volver en dos semanas para arrancar a entrenar. Tenía que dejar el laburo. Me daba miedo, dije me voy, deje todo y nos fuimos con Ailen y Kenia.

Nos vinimos a vivir a una residencia no entendíamos nada de lo que era Capital, ni lo que era un subte. Vivíamos en una habitación y conocimos a otra chica de provincia en Boca que se vino a vivir con nosotras. Así arrancó nuestra vida en Capital Federal. No sabíamos andar en colectivo ni nada.

Carrera futbolística en Boca

Empecé siendo suplente, después me empezaron a tener más en cuenta. Fui escalando y terminé jugando de titular como 4. Siempre quede de 3 o de 4. Pedí jugar de derecha para sentirme bien con la pierna hábil. Arranqué a ser titular, jugué superclásicos, fui a dos Copas Libertadores pero no jugué. Cuando dejé Boca jugué también un tiempo en la UBA.

El paso definitivo al futsal en Sportivo Barracas

Pase a futsal porque estaba Ailen, Cande, Meli. Ella ya me había invitado a jugar y lo dude hasta que deje once, quería seguir jugando obviamente. Arranque de lleno en la pretemporada en 2016. Me gustaba mucho ir a entrenar pero no entendía nada. Arranqué de cero, me tuvieron mucha paciencia. Fui aprendiendo lo táctico, las jugadas. Me gustó y cada vez más. Hasta llegué al punto de cambiar once por futsal. Estaba súper contenta, de jugar en Boca al fútbol, que es difícil que te lleguen atrás, a jugar y estar todo el tiempo con la pelota, la adrenalina. El primer partido fue contra River, estaba en el banco, me transpiraban las manos. Le decía a Ailen, fue lo mejor que me pasó, hacía años que no sentía esa sensación, una adrenalina… Después de ese primer partido dije esto tiene que ser lo mío, había quedado fascinada. Todo el año fue fabuloso.

Las Castoras, la selección de futsal para sordas

Conocí a Diego Baliña y a Marlene Verdura cuando estaba jugando en BAFI, pegué re buena onda con ella, me comentó lo de Las Castoras. Me súper interesaba saber cómo ellas jugaban al futsal y les dije que los iba a ayudar en lo que necesitaban. Me presentaron con las chicas, que iba a ser integrante del cuerpo técnico y ahí también empecé a aprender un poco más de futsal. No sabía señas, aprendía de Marlene o más o menos me hacía entender. Fuimos a jugar a Córdoba y fue mi primera convivencia, estuvo fantástica, es muy distinta la manera de relacionarse. Aprendes a escuchar a la otra persona, a mirarla, a utilizar los otros sentidos.

Futuro en el deporte y en la vida

Me encantaría hacer un curso de preparación física y me gustaría tener un equipo de fútbol con Ailen, que sea de barrio. Ese puede ser mi futuro futbolístico. Me gustaría también irme a recorrer el mundo. Siempre quise visitar tribus y vivir como lo hacen ellos. Hacer un safari por África, aprender las culturas, eso me fascina y lo voy a hacer. Quiero viajar mucho, o mismo acá. Por el momento seguir en el trabajo que estoy porque me va a ayudar a cumplir algunos proyectos que tengo.

¿Se extrañan Barker, Tandil?

Yo extraño mucho Tandil, soy una persona muy amiguera y para mi mis amigos son oro puro. Una de las cosas que sufrí muchísimo fue alejarme de mis amigos. Tengo toda mi vida armada acá y me quiero volver a veces, mi casa, mi lugar, mi mamá, nunca te vas a olvidar de eso. Cuando hay fecha libre nos vamos y nos esperan con comida. Ahora como que crecí muchísimo y me pude adaptar a lo que es vivir acá, pero al principio lo sufrí bastante. Me encantaría tener un club allá o remontar un club de barrio.

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